A veces los cuentos relatan historias de fantasía y otras veces cosas que podrían sucederle a la gente real.
Caperucita, por ejemplo, es un cuento fantástico ya que una nena no puedo hablar con un lobo, ni un lobo puede disfrazarse de abuelita. Sin embargo, aunque fantasía y realidad son distintas, muchas veces las cosas fantásticas toman muchos aspectos de la realidad y es por eso que las creemos y nos sumergen en mundos fantásticos.
Las historias siempre ocurren en un lugar y en un tiempo determinado.
La historia de Caperucita pasa una tarde en el bosque y en la casa de la abuela.
Es muy bueno para enriquecer las historias contar cómo son los lugares que se mencionan, y describirlos para hacer sentir al lector que se encuentre en ese lugar imaginario del cuento.
En el caso de Caperucita, contar cómo es el bosque ayuda a que los lectores puedan imaginarse mejor todo lo que pasa.
“Caperucita”
En el cuento de Caperucita los personajes son: Caperucita, el Lobo, la abuelita y el leñador que saca a la abuela de la barriga.
El narrador es el que cuenta la historia. No siempre sabemos quién cuenta la historia.
Desarrollo de un cuento
Sólo falta ver cómo se desarrolla la historia, para comenzar a escribir un cuento propio.
Los cuentos siempre tienen un principio, en el que se cuenta sobre los personajes y se introduce la historia.
Luego sigue el desarrollo del cuento, con un nudo o problema que debe resolverse.
Y finalmente está el desenlace del cuento, parte de la historia donde se resuelve el problema y se llega a un fin.
Origen
El origen del cuento se remonta a tiempos tan lejanos que resulta difícil indicar con precisión una fecha aproximada de cuándo alguien creó el primer cuento. Se sabe, sin embargo, que los más antiguos e importantes creadores de cuentos que hoy se conocen han sido los pueblos orientales. Desde allí se extendieron a todo el mundo, narrados de país en país y de boca en boca. Este origen oriental se puede aún hoy reconocer sin dificultad en muchos de los cuentos que nos han maravillado desde niños, y que todavía los leemos o narramos. Así, en muchos casos son orientales sus personajes, sus nombres y su manera de vestir, sus bosques o sus casas y también su forma de comportarse, su mentalidad y, en muchos casos, la "moral" del cuento. Y, por último, es también típica del mundo oriental la manera de entender y de vivir la vida reflejada en los cuentos.
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